Gracias al aporte de los ingenieros que ejercieron antes que nosotros

Gracias al aporte de los ingenieros que ejercieron antes que nosotros

Por Jorge Carvallo Wallbaum, socio de AICE y director de Achisina.

Tengo recuerdos nítidos de haber acompañado a mi papá a Santiago a buscar los resultados del análisis estructural de un edificio que le habían encargado para calcular. Era la época en que Tomás Guendelman, después de análisis que podían durar horas o días, entregaba una caja con hojas impresas que contenían los resultados de los esfuerzos de cada elemento, para que pudiesen ser diseñados. No había figuras en tres dimensiones ni animaciones de los modos de vibrar, sólo números que indicaban un elemento y sus solicitaciones. 

También tengo vagos recuerdos de acompañar a mi papá y a mi abuelo a visitar los edificios dañados luego del terremoto de 1985. Trataba de descifrar lo que analizaban y discutían. Recién se tenían los primeros registros del terremoto y en Chile se empezaba tímidamente a hacer análisis no lineales para entender y explicar el comportamiento de los edificios. Con esto, empezó una nueva etapa, adoptándose el Código ACI y especificando espectros elásticos y factores de reducción de la respuesta estructural, “R”. 

Jorge Carvallo Soffia

En la década del 50, mi abuelo comenzó a calcular pequeños proyectos en Viña del Mar, dando inicio a lo que en los 60 sería su oficina. Es en esta  época que mi papá se incorpora, primero como colaborador y luego como socio. Aún tengo carpetas de entonces, con planillas con el método de Cross y planos en papel diamante dibujados a mano. Luego de una estadía en Concepción, mi papá me invitó a darle un impulso a la oficina de mi abuelo, quien ya estaba retirándose. Así, al comienzo del nuevo siglo, me incorporé de lleno a la ingeniería estructural. 

Al principio, mis proyectos, hechos con herramientas modernas, fueron escrutados minuciosamente por mi papá, quien los contrastaba con sus propios cálculos. Poco a poco, validó las nuevas técnicas y fuimos adoptando lo último en tecnología y conocimiento. Así, me permitió desarrollar mis proyectos de manera autónoma, estando siempre disponible para aportar su experiencia, abierto a los nuevos criterios y atento a lo que yo hacía. 

Fue un hombre desinteresado, le gustaba disfrutar la vida, le apasionaba la ingeniería, en fin… lo veía como una persona optimista y generosa con su conocimiento y experiencia.  

Mientras pudo, se juntó periódicamente con sus compañeros de curso de la UC. Durante los años en que trabajamos juntos, nos enfrentamos a diversos desafíos, entre otros, el terremoto del año 2010, cuando tuvimos  que revisar y recorrer una enorme cantidad de estructuras. También tuve la fortuna de compartir estas experiencias con mi abuelo, comparando lo sucedido el 2010 con lo ocurrido en 1985.

Junto a mi papá viví el impresionante avance que hemos tenido: complejos análisis en pocos minutos, modelos amigables con el usuario, herramientas que nos permiten diseñar ahora en plazos impensados lo que antes tomaba algunos meses. Pasamos del dibujo a mano en tablero a modelos en tres dimensiones. Pero el desarrollo de la automatización puede darnos una falsa ilusión de exactitud y precisión. Debemos visualizar la cinemática, escoger el mecanismo de colapso que asegure capacidad de grandes deformaciones y diseñar para controlar el daño. Creo que el siglo pasado faltó priorizar la rigidez para controlar el daño, dejándose de lado un miembro de la ecuación, al preocuparse sólo de dar ductilidad, pero no limitar su demanda, que es el aporte de la ingeniería chilena con el uso del muro como elemento sismorresistente principal.

Debemos continuar el camino del avance tecnológico y abrirnos a los nuevos métodos, modernizar nuestra mirada del diseño para hacerlo más seguro, mirar más allá del análisis lineal,  proveer a nuestros edificios de rigidez para controlar la demanda y capacidad de deformación para resistirla, incorporar conceptos básicos y simples como el diseño por capacidad, etc., y no debemos olvidarnos de la importancia que tiene la experiencia previa que se ha ido acumulando en normas y proyectos, gracias al aporte de los ingenieros que ejercieron antes que nosotros.