El desafío de internacionalizar la ingeniería estructural chilena

El desafío de internacionalizar la ingeniería estructural chilena

Como se demostró en las distintas presentaciones del XI Congreso Anual AICE 2018, la ingeniería estructural chilena ha tenido grandes avances en los últimos años. Esta “es respetada mundialmente por los buenos resultados obtenidos ante eventos sísmicos durante los últimos chilenos”, dice Tomás Zegard, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC).

Y es que si se juzga la ingeniería estructural chilena por sus resultados, esta tiene un excelente nivel técnico en comparación con lo observado en otras partes del mundo, de acuerdo con el ingeniero René Lagos.

“Se han hecho cosas muy interesantes, pero todavía de manera aislada, de la mano de algunos inquietos colegas a los que les motiva la innovación, y no de manera estructurada como conjunto de todos sus actores”, opina Lucio Ricke, vicepresidente de AICE. “En materia de manejo de nuevas tecnologías, gestión de la información y trabajo colaborativo en grupos multidisciplinarios conformados por actores lejanos presenta un déficit con respecto a lo que se hace en mercados más evolucionados”, evalúa Lagos.

“Si bien la práctica chilena está muy bien, tiene miras hacia la mejora: en el congreso se discutieron algunos temas relevantes para la modernización/tecnologización de procesos de diseño; que en mi opinión son áreas en las que estamos un poco más atrasados”, coincide Zegard.

Para Lagos, esto es consecuencia de “la falta de un proceso de internacionalización que nuestros colegas, en general, aún no han abordado. Mientras los ingenieros estructurales chilenos se mantengan como actores locales, sus competencias en estas material difícilmente evolucionarán por sobre la media local que, en general, está atrasada”.

El uso eficiente de nuevas tecnologías requiere que todos los actores de la cadena productiva funcionen en sintonía, porque “muchas veces algunas etapas del proceso resultan más complicadas y caras, pero el producto final es más eficiente con ventajas constructivas que llevan a un producto final de mejor calidad”, considera Ricke. En este sentido, “tenemos mucho que hacer para lograr cambios de hábitos constructivos muy arraigados en nuestra cultura, como avanzar en los métodos de planificación de obra para poder coordinar mejor las diferentes áreas que participan en el proyecto. Luego, estrategias como el plan BIM 2020 y 2025 son grandes aportes para avanzar como industria en los cuales como Asociación debiéramos estar más presentes para aportar con nuestra experiencia y visión de los procedimientos que se requieren”, añade el vicepresidente de AICE.

“Las causas de esto son materia de una larga reflexión aún pendiente entre los miembros de nuestra profesión, pero que también involucra transversalmente a clientes, arquitectos, coordinadores, especialidades de ingeniería, empresas constructoras, etc.”, considera René Lagos.