27 Feb 2022 12 años después del 27F
Por Rubén Boroschek, profesor titular del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile.
Los que sufrieron pérdidas personales o materiales tendrán muy presente esta fecha. Sin embargo, cuando uno recorre Chile se da cuenta que las cicatrices del terremoto están ocultas o desaparecidas.
La vida, como es de esperar, ha seguido su curso “normal”, donde el terremoto del 27F del 2010 no está presente conscientemente en nuestras actividades. Pero es importante reconocer que sí lo está prácticamente en toda la labor que realizamos los ingenieros civiles estructurales. Las acciones tomadas por ACHISINA y AICE, como la creación del DS60, DS61 y varias normas técnicas (las de diseño no estructural, instalaciones críticas y muchas otras) regulan hoy nuestro actuar. Creo importante resaltar este hecho, por obvio que sea.
El terremoto causó daño o desempeño no deseado y la forma en que se generó el cambio cultural, en nuestro caso, fue a través de la modificación de normas, leyes y la creación de decretos. Sin ellos nuestra memoria y conocimientos hubiesen quedado en bibliotecas académicas o de oficinas privadas, con limitado beneficio a la comunidad. Debemos reconocer este efecto para fomentarlo y mejorarlo. Todavía los procesos de modificación normativa son excesivamente lentos. Basta ver que la norma NCh433 sigue con fecha 2009 y el DS61 es su complemento, a pesar de que hace cinco años terminamos una revisión e integración exhaustiva de ambos.
No podemos tampoco dejar de reconocer que el desarrollo de estas normas se basó en información objetiva del terremoto. Los registros sísmicos obtenidos por el Servicio Sismológico y el Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile fueron fundamentales para entender la demanda sísmica. La evaluación del daño estructural, que realizaron las universidades y las oficinas y su divulgación pública, fue la forma de integrar el conocimiento de la demanda con sus efectos.
Corregir deficiencias en base a observaciones es esencial. Que esas deficiencias sean conocidas permite la modificación de conductas. Debemos fortalecer estas actividades.
Creo muy conveniente que el Ministerio de Vivienda y el de Obras Públicas creen fondos que faciliten la descripción, análisis y publicación del desempeño o daño ante cual fenómeno importante, y así sentar las bases objetivas para mejoras. Este fondo debería ser concursable, tanto para privados como para universidades.
Creo importante destacar que hoy ya tenemos técnicas que permiten mejorar nuestra evaluación del estado de la infraestructura después de eventos extremos. La instrumentación local con redes de sensores ubicados en infraestructura crítica es indispensable para una respuesta rápida y la recuperación efectiva. Las técnicas están bastante desarrolladas y requerimos que el Estado dé prioridad a su aplicación. También están las tecnológicas basadas en visión computacional con las que se pueden evaluar estados globales o locales, internos o externos, utilizando satélites, drones y robots autónomos o semiautónomos y la utilización de cámaras web de uso general o dedicadas.
Ya hay experiencias positivas en el uso de satélites para detectar daños como deslizamientos de tierra, colapsos o inclinación de estructuras. La información cubre grandes áreas en poco tiempo, lo que ayuda a la respuesta. Los drones autónomos o semiautomáticos utilizados como robots de inspección ya son una realidad, particularmente en puentes. Estos pueden recorrer en poco tiempo y en forma repetitiva la infraestructura, identificando e informando del daño. Esto ya lo estamos implementando en Chile, también en la inspección de edificios y túneles. El uso de los videos recogidos por cámaras de tránsito, seguridad, internas o externas, permiten detectar daño estructural y no estructural, y estimar el riesgo para las personas y el funcionamiento. Solo requerimos su análisis y comunicación automática lo que hoy es realizable.
Ese es el futuro, que ya está aquí, para tomar acciones concretas y continuar la mejora del desempeño de nuestras estructuras.