10 Jun 2023 25 años de AICE
Por Rodrigo Mujica, expresidente de AICE.
Antiguamente, las principales municipalidades del país tenían ingenieros estructurales con mucha experiencia que revisaban los proyectos, lo que luego en los años 80 se suprimió y se resolvió dejar toda la responsabilidad al ingeniero estructural autor del proyecto de estructuras de cada edificio. Además en esa época, el Colegio de Ingenieros tenía tuición sobre la ética de los ingenieros, por lo que cualquier ingeniero podía hacer una acusación sobre otro que estuviera actuando mal en cuanto a ética, acusación que era estudiada y sentenciada por un tribunal interno del Colegio. Eso significaba que un mal proyecto podía ocasionarle problemas al ingeniero que lo realizó, ya sea con suspensiones o con expulsión del gremio, en el caso más dramático.
Si bien no era la mejor solución, eso impedía que proyectos que no respetaran la normativa vigente pasaran a ser edificaciones, cumpliéndose así con un objetivo bastante claro de evitar diseños que no tuvieran suficiente seguridad. Sin embargo, en 1981, los colegios profesionales perdieron la tuición de la ética y esta pasó a ser responsabilidad de los tribunales. Entonces, al tener un problema con un proyecto mal hecho, había que demandar en tribunales, y había que esperar 10 años o más para que hubiera un veredicto, asumiendo costos importantes de abogados y otros, para llegar a un resultado incierto.
Esta situación era imposible de sostener, puesto que generó un deterioro en la calidad de los proyectos, porque gente con muy pocos conocimientos y muy poca experiencia, que cobraba muy poco, estaba realizando proyectos importantes y complicados, llegando muchas veces a resultados inseguros.
Durante una reunión en la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), con mi buen amigo Fernando Yáñez estábamos discutiendo temas técnicos, y él golpea la mesa, para decir hasta cuándo íbamos a pensar temas tan elevados si los proyectos se los ganaban los que cobraban menos y muchas veces, sin saber lo que estaban haciendo.
La idea prendió rápidamente entre los ingenieros estructurales, y muy especialmente después de la sesión anual de Achisina de ese año gracias a que el Presidente de esa institución me dio tiempo para explicar las bases en un discurso durante la comida de ese evento.
A partir de ese momento, comenzamos a gestar la idea de crear una asociación gremial, que más tarde resultó en AICE. Éramos cinco: Tomás Guendelman, Fernando Yáñez, Marcial Baeza, Rafael Gatica y yo. Nos juntamos durante dos años, para generar las bases para crear una asociación. Primero, intentamos hacerlo desde el interior del Colegio de Ingenieros. Rápidamente, nos dimos cuenta que no teníamos nada que hacer ahí, porque hubo conflicto de interés con otras profesiones y las inquietudes que nosotros teníamos.
Así, decidimos seguir por nuestra cuenta, armando los estatutos. En un principio, tuvimos muy buenos resultados, con cerca de 100 asociados, con los que comenzamos a reunirnos y buscar soluciones.
Fernando Yáñez partió con la idea de la revisión de los proyectos. Reconozco que a mí no me gustaba, creo que se necesitaba experiencia para firmar, como en Estados Unidos, donde hay que dar un examen para ello y demostrar al menos cuatro años de experiencia en una oficina dirigida por un ingeniero registrado. Fernando me convenció de su idea, la que finalmente acepté.
Reunimos a todos los asociados, jefes de oficinas para conversar el tema y llegar a una unanimidad de criterio. Paralelamente, Tomás Guendelman permitió que esta idea fuera presentada en Achisina, para que llegara a todo el mundo.
Cabe destacar que esta idea no es nueva: Se aplica en los Estados Unidos de Norteamérica. En este país no solo se tiene esta revisión, sino además existe obligación de experiencia en desarrollo de proyectos con un ingeniero autorizado por 4 años y después un examen de conocimiento, examen que dura dos días y que normalmente aprueba sólo alrededor del 40 % de los ingenieros que se presentan a darlo. Después de aprobar estos requisitos el ingeniero queda autorizado para firmar planos de estructuras. En Chile en cambio los Ingenieros Civiles recibidos en cualquier Universidad autorizada pueden firmar planos de una estructura de cualquier dimensión y complejidad.
Posteriormente, el ingeniero estructural Eduardo Rodríguez me invitó a una reunión con el diputado Patricio Hales, quien enganchó con la idea de inmediato, por lo que en agosto de 2001 ese Diputado logró promulgar la Ley Nº 19.748, por unanimidad y muy rápidamente.
En el Instituto de la Construcción, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo organizó reuniones para debatir con varias instituciones representadas (entre ellas: AICE, CICh, CChC, Minvu, MOP, Colegio de Arquitectos), lo que debía ser la reglamentación de esta ley. En unos pocos meses, llegamos a tener la reglamentación completa, la que pasó al Ministerio de Vivienda y Urbanismo para que éste la oficializara.
Sin embargo, para sorpresa nuestra, en esta versión del reglamento, no se había respetado nada de lo que nosotros habíamos acordado, sino que simplemente habían copiado la revisión de proyectos de arquitectura. Por ello, tuvimos dar nuevamente la batalla con el ministro de Vivienda de la época, don Jaime Ravinet, quien nos solicitó un estudio comparativo, y al ver ese estudio, tomó la iniciativa y llegó a una redacción final del reglamento que incorporaba la visión acordada por el equipo llegando así al reglamento definitivo de la ley que creó el Registro Nacional de Revisores de Proyecto de Cálculo Estructural.
Si bien esta no es una ley perfecta, aún tiene imperfecciones y algunos problemas, permitió mejorar la calidad de los proyectos y evitar proyectos peligrosos.
Esos son dos hitos importantísimos, tanto la creación de la asociación como la Ley Nº 19.748. Y, por supuesto, no puedo dejar de nombrar los distintos seminarios realizados por Achisina y por AICE, las normas técnicas generadas después de las lecciones del terremoto de 1985 y principalmente del terremoto de 2010, además de la incorporación de experiencias extranjeras.
Aquí he nombrado a varios ingenieros que tuvieron participación, pero en toda esta historia han participado muchos más que no puedo mencionar para evitar que esta nota sea excesivamente larga, pero sin la ayuda de todos esto no habría tenido el éxito logrado.