09 Oct 2020 Marianne Küpfer, premio Ingeniero del Año AICE 2020: “Este galardón nos pertenece a todos quienes participamos día a día en la práctica de la ingeniería estructural”
Gratitud y asombro fueron las emociones que expresó la primera mujer en ganar el reconocimiento que se entrega desde hace 17 años. La discípula de René Lagos destacó el profesionalismo de los ingenieros civiles estructurales y el dinamismo de la disciplina que con orgullo representa.
Cuando era alumna de René Lagos Contreras (Q.E.P.D.), probablemente, Marianne Küpfer no imaginó que terminaría ejerciendo a su lado, llegando a convertirse en socia de una de las compañías más reconocidas de la ingeniería en Chile. Allí le tocó dirigir grandes equipos de proyecto, formar nuevas generaciones líderes, participar en comités de norma, ser parte de la Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica (Achisina) y ayudar a sacar adelante el 16º Congreso Mundial de Ingeniería Antisísmica en Chile, bajo la dirección de Patricio Bonelli.
La “Ingeniero del Año”, que -desde la docencia- ha contribuido también a la formación de nuevos ingenieros, expresa hoy un sentimiento de profunda gratitud, hacia quienes la nominaron para recibir el premio, pero también hacia quienes votaron por ella. Además, a Marianne la embarga una sensación de profundo asombro. “Jamás pensé que algún día recibiría un reconocimiento como este. Siempre me he dedicado a hacer mi trabajo lo mejor posible, apoyando donde se me necesitara, aprendiendo de los que saben más que yo y enseñando a los que están partiendo en esta profesión”, dice.
¿Qué destaca de los ámbitos en los que se ha desempeñado durante su trayectoria?
Destaco el respeto y la cordialidad que siempre he recibido en todos los ámbitos, ya sea dentro de la oficina, en el trabajo con colegas de otras disciplinas, en obra, en el ámbito académico. También el trabajo en equipo que se da en la práctica profesional, en los grupos de trabajo, asociaciones y comités de norma. La diversidad de opiniones y miradas en donde la mía también encuentra espacio y puede ser considerada como un aporte. Destaco el profesionalismo de los ingenieros estructurales en Chile, siempre poniendo por delante la calidad de nuestro trabajo, por sobre consideraciones económicas o de otra índole.
Desde su experiencia, ¿qué podría decir que viene para el futuro de la ingeniería estructural?
La ingeniería avanza de la mano de las necesidades de la sociedad y de los adelantos tecnológicos. Esto hace que sea una disciplina en constante movimiento, muy viva en todos los aspectos. Veo en el mediano plazo tres puntos que irán tomando cada vez más fuerza. Primero, existe la necesidad de mejorar la productividad en el rubro de la construcción, la cual ha estado bajo la media nacional en la última década. Aportar desde la ingeniería estructural a esta cadena productiva implica hacer cambios, tanto en la gestión de los proyectos como en las soluciones estructurales que se adoptan. Se hace necesaria una gestión que contemple fases preliminares de desarrollo más extensas y colaborativas, en las cuales se puedan evaluar alternativas, procesos constructivos industrializados, estimar costos en etapas tempranas, entre otros. Se pueden implementar soluciones de diseño que sean compatibles con procesos constructivos más eficientes, que integren el uso de materiales sostenibles, que permitan flexibilidad del producto comercializable, de modo que este se pueda adaptar en el tiempo a distintas necesidades.
¿Y en segundo lugar?
En segundo lugar, se hace necesario avanzar en el control de daños. Como se ha mencionado mucho tras el terremoto del año 2010, ya no basta con que las edificaciones no colapsen frente a un terremoto severo, se requiere que estas no queden inutilizadas. Dependiendo de su uso, se esperarán distintos niveles de comportamiento, los cuales deben enfocarse en el impacto social y económico que puedan conllevar. Ya hay grandes avances en esta línea a nivel mundial y, poco a poco, se van introduciendo en nuestro país. Vemos así la obligatoriedad de incorporar sistemas de aislación sísmica en infraestructura hospitalaria y otros proyectos estratégicos. Vemos propuestas para introducir el diseño por desempeño en la normativa nacional, la posibilidad de monitorear las estructuras para conocer su comportamiento en tiempo real y de ofrecer nuevos servicios que permitan evaluar vulnerabilidad o estimación de la pérdida máxima probable. Todas estas líneas de acción buscan hacer diseños que permitan predecir con mayor certeza el nivel de daños esperado en una estructura frente a sismos de diversas intensidad, proteger los contenidos manteniendo la operatividad, estimar los costos de inversión versus costos de reparación.
¿Y la tecnología?
En tercer lugar, mencionaría la incorporación de inteligencia artificial. Ya existen investigadores que están trabajando en minería de datos, en la cual la tecnología está permitiendo extraer información de bases de datos de proyectos existentes, buscando patrones que permitan, por ejemplo, proponer soluciones conceptuales eficientes, optimizar el consumo de materiales, clasificar niveles de riesgo y tantos otros usos que pueden darse a estos grandes volúmenes de datos que se han ido generando a lo largo de los años por las oficinas de cálculo.
Desde su labor gremial, ¿cuáles son los desafíos que usted ve para la profesión?
Por mucho tiempo, hemos puesto el énfasis en los aspectos técnicos. Siento que hoy se hace necesario incorporar también una mirada legal. Cada día más, se nos asignan nuevas responsabilidades o se suman tareas adicionales en el desarrollo de un proyecto. Cada vez es más frecuente la exigencia a nivel municipal, de la emisión de un sinnúmero de certificados que acrediten aspectos de un proyecto que muchas veces van más allá del alcance del servicio que nos fue contratado. Un primer paso, en esta línea, fue la publicación de la norma NCh3417 en el año 2016, en donde se establecen los requisitos para proyectos de cálculo estructural. La responsabilidad debe venir necesariamente asociada a una valorización correcta de nuestro servicio.
Y, en su rol de docente, ¿cómo ve la preparación de los nuevos ingenieros estructurales?
La docencia en los últimos años ha evolucionado poco a poco hacia el aprender haciendo, pasando de un alumno más bien receptivo a uno cada vez más activo. Actualmente, los docentes tienen la misión no solo de entregar información, la cual es cada vez más accesible, sino de entregar las herramientas para que sea el propio estudiante quien vaya descubriendo cómo aplicar este conocimiento y aprendiendo de esa experiencia. Así, la diferencia no está en la calidad de la educación que reciben los alumnos respecto de lo que fue para mi generación, sino en el cómo se entregan estos conocimientos. Cada vez hay más preocupación por desarrollar nuevas competencias en los alumnos, como comunicación efectiva y trabajo en equipo. También abrirles posibilidades de intercambio con universidades extranjeras u obtener una doble titulación. Es decir, darles herramientas que les permitan insertarse adecuadamente en este mundo globalizado y tecnológico.
¿Qué mensaje podría darle a los nuevos profesionales de esta disciplina?
Les diría que hay un mundo de posibilidades por descubrir, distintas áreas en las cuales desarrollarse y aportar como ingeniero. En sus manos está mantener la tradición de la excelencia de la ingeniería estructural chilena, aprender de la experiencia de quienes los anteceden, al tiempo que avanzan hacia nuevas tecnologías, nuevas herramientas de diseño y nuevas formas de trabajo.