29 Feb 2024 8M y AICE: La responsabilidad por una mayor participación es nuestra
Por Marianne Küpfer, vicepresidenta de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales (AICE)
A comienzos del siglo XIX, mujeres como Ada Lovelace, matemática y escritora británica a quien se le atribuye el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina, o Emily Warren Roebling, reconocida como la primera mujer ingeniera de campo al lograr llevar adelante la construcción del puente de Brooklyn tras la muerte de su esposo; seguidas en los años posteriores por Edith Clarke, Beatrice Shilling, Hedy Lamarr, Margaret Hamilton, entre otras, fueron abriendo camino para la participación femenina en distintos campos de la ingeniería. En Chile, fueron pionera como Justicia Acuña Mena, primera titulada en Ingeniería Civil, y Carmen Schwarze Tellería, primera titulada en Ingeniería Civil de Minas, quienes a partir de comienzos del siglo XX dieron los primeros pasos en este rubro altamente masculinizado.
También a comienzos del siglo XX, la participación femenina en el mercado laboral chileno de arquitectura e ingeniería era de 0,0%. Ya en 1930, ésta subió a 0,3% (Observatorio de género en Ciencia e Ingeniería UTFSM) y en 1933, se tituló la segunda mujer ingeniero de Chile, Rosario Jacques Barra (Beauchef Magazine-Especial Mujeres).
Pasaron 10 años (1940) para que el porcentaje de mujeres subiera a 1,5% (Observatorio de género en Ciencia e Ingeniería UTFSM) y en 1950 en todo el país, existía un total de ocho mujeres ingenieros (Beauchef Magazine-Especial Mujeres). Así, a la década siguiente la participación creció a 2,1%, con 10 mujeres ingenieros (Observatorio de género en Ciencia e Ingeniería UTFSM).
Desde 1970 en adelante, la participación femenina comienza a ver un “mejor” panorama. El 5,7% de todos los estudiantes de ingeniería eran mujeres, en tanto que en 1980 el 10% del alumnado de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile corresponde a mujeres, y en la década de los 90 se produce un incremento de 95,6% en las matrículas femeninas en la carrera de ingeniería civil (Evolución Matrícula Educación Superior de Chile Período 1990-2009, SIES /MINEDUC). En los 2000, el incremento se mueve al 109,8%.
En 2013, vemos que a nivel nacional el 19,8% de las matrículas de primer año de las carreras de ingeniería y profesiones afines corresponden a mujeres (Observatorio de género en Ciencia e Ingeniería UTFSM)
De acuerdo al Centro de Ingeniería Organizacional (2017), en los últimos seis años (2011-2016), el rubro de la construcción (carreras profesionales, técnicas y oficios) mantuvo un 6% promedio de mujeres en su fuerza laboral. En 2018, se marcó un récord de matrículas femeninas en la FCFM de la U.Chile, pasando del tradicional 20% a un 32,8 % (El Mostrador).
Y para el proceso de Admisión de 2024, las tres primeras seleccionadas a la carrera de ingeniería en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), son mujeres, con puntajes que sobrepasan los 973 puntos.
Más allá de los datos que nos hablan de una clara evolución del ingreso de la mujer en Chile al mundo laboral de nuestro sector y también a las universidades, vemos que el impulso porque más niñas y jóvenes se interesen en carreras STEM está dando frutos. Es cierto que esta cifra aún se puede acrecentar. Sin embargo, esto es un aliciente para seguir trabajando para reducir las brechas entre hombres y mujeres, generar igualdad de oportunidades, y cómo me han escuchado antes decir, permitir que los niños desarrollen todo su potencial así contribuir a una sociedad más sana y a un mejor país.
Está comprobando que los equipos diversos trabajan mejor y contribuyen más intensamente al desarrollo de las economías.
Por ello, este 8M, desde la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales invito a nuestras colegas a dar el ejemplo a sus hijas, hijos, a posibles futuras generaciones de ingenieras, sumándose a nuestra asociación. Aún somos pocas socias. El camino ya fue abierto por otras pioneras. Ahora, la responsabilidad es nuestra.