25 Feb 2022 Avances y robustecimiento de la Red Sismológica Nacional
Por Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile
La rápida convergencia entre las placas de Nazca y Sudamérica es la responsable de que nuestro país posea una de las mayores tasas de actividad sísmica del planeta, no solamente al considerar el número de sismos por unidad de tiempo, sino por los tamaños que éstos alcanzan. En la zona austral del país, a esta sismicidad también contribuyen los movimientos relativos de las placas Antártica y de Scotia, en relación a la Sudamericana. Solamente en el siglo pasado, diez terremotos de magnitud 8 o superior -el más grande, de magnitud 9.5- ocurrieron a lo largo de nuestro territorio. En el presente siglo, terremotos significativos han ocurrido en Chile en los años 2005, 2007, 2010, 2014, 2015 y 2016, tres de ellos con magnitud superior a 8. Muchos de estos eventos, particularmente los mayores, tienen asociados maremotos o tsunamis significativos.
No existe generación humana en el país que no haya sido expuesta a las consecuencias de un gran terremoto. Los procesos geológicos que dan origen a esta condición tan extrema nos continuarán afectando por los próximos cientos y miles de años, de modo que cualquier acción que permita minimizar sus efectos tendrá importantes consecuencias positivas para nuestras comunidades.
Los acuerdos de Hyogo y Sendai señalan que para disminuir el riesgo de desastre e incrementar la resiliencia de nuestras comunidades es necesario -entre otras acciones- el comprender los riesgos a los que nos encontramos expuestos además de fortalecer las capacidades de monitoreo de las condicionantes que los generan. En este sentido, los acuerdos establecidos a partir de 2012 entre el Centro Sismológico Nacional (CSN) de la Universidad de Chile y la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (Onemi) significaron un salto cuantitativo en las capacidades de monitoreo de la sismicidad en el país. Las capacidades de la red en 2010, basadas en una treintena de estaciones de bajo costo y manufacturación propia, no permitían el monitoreo de la sismicidad en tiempo real en todo el país. Luego de la instalación de la mayor parte de las nuevas estaciones hacia el año 2015, el país comenzó a contar con un moderno sistema de vigilancia sísmica, con sensores de última generación y espectro ampliado, enviando sus señales en tiempo real a la central de procesamiento por variados caminos: satelital, radio, VPN con la Dirección General de Aeronáutica Civil, red de comunicaciones de AES Gener, telefonía celular, etc. Una treintena de estaciones internacionales de carácter académico y de seguimiento de la sismicidad mundial forman parte de esta red. En el año 2017, con el objeto de realizar un seguimiento de la sismicidad asociada a la Falla de San Ramón en la Región Metropolitana, se incrementó en siete el número de estaciones, alcanzando un número superior a 115. Este sistema se complementa con una red de acelerógrafos de 297 dispositivos, diseñada principalmente para capturar las características de los movimientos fuertes producidos por los terremotos, especialmente aquellos de magnitud significativa. Información de sumo interés para el diseño sismo-resistente es -entre otros- el conocer las características de las aceleraciones observadas en el campo cercano a la zona de ruptura, cómo estas aceleraciones se atenúan con la distancia de la fuente sísmica, cómo responden los diferentes tipos de suelo a la perturbación sísmica. Estos instrumentos comenzaron a recabar información esencial para permitir una actualización continua de las normas de diseño y construcción de edificaciones. Inicialmente considerados como instrumentos de registro in-situ, es decir no comunicados para proveer datos en tiempo real, poco a poco se han ido incorporando bajo esta modalidad, alcanzando cerca de un 38% en la actualidad.
Un aspecto novedoso en la implementación de la red de observación sismológica es la incorporación de 130 instrumentos GNSS (Sistema Global de Navegación Satelital) con el objeto de estimar los desplazamientos asociados a grandes terremotos. Aquellos que generan tsunamis importantes, producen desplazamientos medibles en la costa y detectables con esta metodología desarrollada en años recientes.
La red fue diseñada para proporcionar estimaciones rápidas y precisas de las características de las fuentes sísmicas, especialmente de aquellas que podrían generar tsunamis y potencialmente devastadoras. Gracias a la operación continua del monitoreo sísmico 7×24, se pueden efectuar estimaciones preliminares de ubicación del hipocentro y magnitud en un lapso menor a 5 minutos desde el inicio del evento. Estas estimaciones se refinan más tarde con una mayor cantidad de datos para producir el catálogo oficial que además forma la base para realizar estudios de amenaza sísmica.
Como beneficio adicional para la comunidad mundial, los datos de banda ancha y acelerómetros que se reciben en tiempo real se comparten con otras agencias internacionales bajo la misma modalidad, con el objeto de ser utilizados para evaluación rápida en alertas de tsunami globales. En tanto que los datos de movimiento fuerte para aceleraciones registradas mayores de 2.5%g, como también los datos GNSS, se encuentran disponibles a través de la página web del CSN (www.csn.uchile.cl) para todos los interesados.
Disminuir los tiempos de entrega de información, proveer alerta temprana de terremotos y establecer una observación sismológica desde el fondo de los océanos son tareas que el CSN, con el apoyo decidido de Onemi, ha de enfrentar en los próximos años.