Estructuras con historias: Obras patrimoniales

Estructuras con historias: Obras patrimoniales

Dado el carácter sísmico de Chile, muchas obras patrimoniales se han perdido en el transcurso de los años. La falta de conocimiento especializado por parte de arquitectos e ingenieros, así como los costos involucrados, llevan a preferir la demolición y reconstrucción por sobre el rescate del patrimonio. Recién en la segunda mitad del siglo XX la comunidad ingenieril comenzó a formalizar los criterios de diseño sísmico a través de normas. 

Luego del último gran terremoto de 2010, se formaron grupos de trabajo que lograron avanzar en la elaboración de documentos que permiten abordar este tipo de edificaciones. Surgen así las normas NCh3332:2013 “Construcciones patrimoniales en tierra cruda”, y la NCh3389:2020 “Intervención en Construcciones Patrimoniales y Edificaciones”, ambas enfocadas en los requisitos del proyecto estructural. 

La primera establece criterios para realizar el levantamiento de la estructura y se caracteriza por la intervención estructural de la construcción, estableciendo bases de diseño y cálculo, reparación y refuerzo, para edificaciones de albañilería de adobe, tapial y quincha mampostería de piedra asentada en barro. Por su parte, la NCh3389:2020 establece requisitos, procedimientos y parámetros mínimos para la intervención de construcciones patrimoniales. Para ello se definen niveles mínimos de desempeño sísmico, objetivos y procedimientos para su evaluación de manera explícita en edificios, cuya materialidad sea con albañilería, madera, acero y hormigón, y que su diseño sísmico y/o construcción haya sido realizado antes de entrar en vigencia NCh433:1993.

Si bien la aplicación práctica de estas normas no es sencilla, corresponde a un gran avance en la preservación del patrimonio. Desde la ingeniería estructural no existe una solución única para el refuerzo y/o reacondicionamiento de una edificación patrimonial. La forma de abordar estos desafíos es un tema abierto, por las dificultades para encontrar soluciones técnicas que permitan un equilibrio entre su eficacia, costo y lo invasivo que puede llegar a ser.

Palacio de La Moneda

Originalmente diseñado por el arquitecto italiano Joaquín Toesca para acuñar monedas, el Palacio de La Moneda fue designado como residencia de los presidentes por Manuel Bulnes en 1846. En 1787 comenzaron a llegar los materiales para su construcción: cal de la hacienda Polpaico; arenas del río Maipo; piedras de la cantera colorada del cerro San Cristóbal; madera de roble y ciprés de los bosques valdivianos; cerrajería y forja española de Vizcaya; y 20 variedades de ladrillos horneados en Santiago para la construcción de dinteles, esquinas, pisos, molduras y los sólidos muros de más de un metro de espesor que le dan su forma.

A pesar de los pocos conocimientos sobre el comportamiento de las estructuras ante grandes sismos -en comparación a los que tenemos hoy- Toesca consideró como factor de riesgo los movimientos telúricos de la época y construyó las paredes de ladrillos gruesos unidos con mortero de cal y arena del río, dándoles más de 1 metro de espesor, para que el edificio soportara los terremotos que podrían afectar la zona de Santiago.

Toesca falleció a los 47 años, sin ver terminada la Real Casa de Moneda; en su reemplazo, fue nombrado el ingeniero militar Agustín Cavallero, quien siguió las directrices de Toesca y confeccionó los planos más antiguos que se conservan del edificio (de 1800), dado que los del propio Toesca desaparecieron. Cuando Cavallero fue designado a Panamá, Miguel María Atero y el chileno lgnacio de Andía Varela quedaron a cargo de terminar la obra.

Finalmente, después de 25 años de construcción, La Moneda fue oficialmente inaugurada en 1805 por el gobernador de la época, Luis Muñoz de Guzmán, a pesar de que parte del edificio quedó inconclusa por largo tiempo.

Mercado Central

La construcción del Mercado Central de Santiago se da en un contexto de expansión económica nacional que permitió distintos proyectos de modernización de la ciudad. Sus obras se iniciaron en 1869 y vino a reemplazar al que era uno de los principales espacios para el comercio de la capital, la antigua Plaza de Abastos, luego del incendio que sufrió en 1864. Comenzó sus funciones en 1872 y fue inaugurado en el marco de la Exposición Nacional de Artes e Industrias, organizada por el intendente Benjamín Vicuña Mackenna.

El diseño, una planta cuadrada definida por una estructura central de fierro, fue realizado por Edward Woods y Charles Henry Driver. Por su parte, las piezas de la estructura central cubrían una plaza interior que en su perímetro estaba formada por una estructura de albañilería en ladrillo de arcilla cocida, cuyo diseño se le atribuye al urbanista Manuel Aldunate. Fermín Vivaceta fue el arquitecto encargado de las obras, apoyado por el constructor Juan Estephani.

El edificio, de estilo neoclásico, fue decorado con motivos y adornos realizados en fierro forjado ubicados en los pilares y arcos que sostienen el techo. Sin embargo, ha sido modificado varias veces a lo largo de su historia; en 1884 se edificó un segundo anillo perimetral de ladrillos y en 1900 se hicieron las instalaciones para poder dotarlo de luz eléctrica.

Para fines de la década de 1920 se demolió parte del edificio por el ensanchamiento de la calle Ismael Valdés Vergara y su última remodelación -a cargo de la Municipalidad de Santiago- fue en 1983, cuando se añadieron oficinas de administración y se acondicionó el espacio interior para el establecimiento de los locatarios. En 1984 fue declarado Monumento Histórico por su valor histórico y patrimonial.

Edificio Cepal

Este edificio alberga la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es obra de los arquitectos chilenos Emilio Duhart, Christian de Groote, Roberto Goycoolea y Óscar Santelices, con el apoyo de los ingenieros César Barros y Hartmut Vogel.

Es una de las obras modernas más relevantes de la arquitectura chilena y por ello ha sido reconocida internacionalmente como una obra paradigmática de las renovaciones formales y espaciales que se produjeron en la disciplina arquitectónica con la modernidad. El edificio fue inaugurado en 1966.

La estructura está formada por un anillo exterior de 95 metros de lado, compuesto de 28 pilares de forma piramidal que soportan las vigas principales, de las cuales cuelga la planta principal de oficinas. Además, posee una estructura de hormigón armado a la vista, con estructuras en su perímetro que permiten plantas libres que otorgan flexibilidad en el uso de los recintos.

Su acceso está cubierto por una losa de grandes dimensiones, apoyada en dos vigas centrales y en voladizo hacia los lados, conocida como la “teja invertida”. Además, posee un puente conector que atraviesa el patio interior y en cuyo extremo existen pilares rotulados, y una estructura conocida como “caracol”, que alberga las salas de asamblea y que destaca por ser un homenaje a las culturas ancestrales y por la acústica en su techo y en su interior.

Ha sido incluido en la lista de observación del Comité Internacional para la Documentación y Conservación de Edificios, Sitios y Barrios del Movimiento Moderno (DOCOMOMO), como un ejemplo relevante de patrimonio de la arquitectura moderna, debido a sus innovadores conceptos de diseño, su modelo estructural y técnicas constructivas.