
06 Jun 2025 NCh2369:2025: Un triunfo del diálogo técnico y la excelencia en ingeniería
La nueva versión de la norma de diseño sísmico de estructuras e instalaciones industriales es un ejemplo de cómo la colaboración público-privada y la rigurosidad técnica fortalecen nuestro desarrollo como país.
Por Jorge Tobar Palma, presidente AICE
La ingeniería estructural en Chile se ha forjado sobre dos pilares fundamentales: la constante búsqueda de la seguridad de las personas y la infraestructura, y la capacidad de innovar para hacer viables los proyectos que impulsan el progreso del país. Hoy, celebramos un hito que refrenda ambos compromisos: la publicación por parte del Instituto Nacional de Normalización (INN) de la nueva norma NCh2369:2025, «Diseño sísmico de estructuras e instalaciones industriales».
Esta nueva versión no es solo una actualización; es el resultado de un proceso ejemplar de colaboración, diálogo y, sobre todo, rigurosidad técnica.
La evolución de toda norma es un proceso dinámico que se enriquece con la visión de sus especialistas. La versión 2023 de esta norma, que generó cambios y avances inconmensurables, motivó un valioso diálogo técnico en nuestra comunidad, liderado por la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales (AICE) junto a actores clave de la construcción y la industria: ICHA, ACHISINA y SOCHIGE. A través de un análisis proactivo y detallado, se identificaron oportunidades para expandir y ajustar ciertos criterios a más sectores industriales que los definidos originalmente, buscando una calibración más adecuada entre la vanguardia en seguridad sísmica y la viabilidad de los distintos sectores industriales que son motor de la economía nacional.
Este análisis constructivo se materializó en una solicitud formal y técnicamente fundamentada al INN para revisar la norma y abrir una nueva etapa de estudio.
La respuesta del Instituto Nacional de Normalización fue la que se espera de una institución robusta y atenta a las necesidades del país: acogió la solicitud y convocó nuevamente al comité técnico. Este gesto de apertura y confianza en sus profesionales fue el punto de partida para un proceso que hoy podemos calificar de exitoso.
Lo que siguió fue un despliegue de profesionalismo de alto nivel. Se constituyeron mesas de trabajo donde ingenieros proyectistas representantes de estas asociaciones, académicos de prestigiosas universidades, representantes de la industria y del sector público, dialogaron, analizaron datos, contrastaron modelos computacionales, presentaron experiencias y consensuaron soluciones. Fue un debate técnico, profundo y transparente, donde cada argumento fue sopesado con el único objetivo de perfeccionar el documento. El objetivo común siempre fue claro: buscar el equilibrio óptimo entre la máxima seguridad sísmica, un principio irrenunciable, la continuidad operacional y la eficiencia en el uso de los recursos.
El fruto de este esfuerzo es la NCh2369:2025 que hoy tenemos en nuestras manos. Un documento refinado, preciso y que goza de un amplio consenso técnico. Esta norma mantiene los elevados estándares de protección sísmica que caracterizan a la ingeniería chilena, pero lo hace a través de criterios consensuados, que evitan sobrecostos innecesarios en una amplia gama de industrias y promueven un diseño más eficiente y sostenible. Es, en definitiva, una norma de vanguardia que responde a la realidad constructiva y a los desafíos económicos de nuestro tiempo.
El camino hacia esta nueva versión nos deja una lección invaluable: las normativas técnicas no son documentos estáticos, sino herramientas vivas que deben evolucionar al ritmo del conocimiento y la experiencia. El «modelo chileno» de colaboración entre el sector público, la academia y los profesionales del sector privado ha demostrado, una vez más, ser nuestra mayor fortaleza. La madurez de nuestras instituciones y la calidad de nuestros ingenieros permitieron transformar una controversia en una oportunidad de mejora.
Desde la AICE, extendemos nuestro reconocimiento al INN por su rol facilitador y su excelente disposición, y a todos los profesionales que dedicaron su tiempo y conocimiento a este importante trabajo. Invitamos a toda la comunidad de la ingeniería y construcción a adoptar esta nueva norma con la confianza de que es una herramienta de primer nivel, que nos permitirá seguir construyendo un Chile más seguro y próspero.
Este proceso no fue un revés, sino un fortalecimiento de nuestro sistema. Y eso, sin duda, es motivo de orgullo.