Rodolfo Saragoni: “Lo que los ingenieros consideramos bueno, la sociedad hoy no lo acepta”

Rodolfo Saragoni: “Lo que los ingenieros consideramos bueno, la sociedad hoy no lo acepta”

El nuevo miembro honorífico de la Asociación Internacional de Ingeniería Sísmica conversó con AICE sobre su visión de los nuevos desafíos que se vienen en materia de la disciplina y el trabajo que deben realizar los nuevos ingenieros.

Pese a estar ocupado con diversos llamados de felicitaciones por haber sido nombrado miembro honorífico de la Asociación Internacional de Ingeniería Sísmica, Rodolfo Saragoni se dio el tiempo para hablar con la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales (AICE). “Una característica de mi trayectoria es que siempre he luchado por las asociaciones gremiales, tanto en el colegio, fui presidente de la especialidad civil, presidente de ACHISINA, he participado en la AICE desde su fundación, porque uno de los problemas que tenemos los ingenieros es que a veces somos muy individualistas y el éxito chileno se hace en lo colectivo, entonces asociaciones como la AICE y ACHISINA, son muy importantes para el desarrollo de la ingeniería”, explica.

Asimismo, el galardonado ingeniero reconoce que son las asociaciones las que dan una proyección internacional, porque “individualmente puede que alguien tenga un éxito, pero no está la proyección chilena expresada de forma regional. Por ejemplo, con Ian Watt y Jorge Carvallo, damos, en promedio, dos conferencias internacionales al mes, explicando lo que se hace en el Código Modelo, lo que se hace en Chile y con eso incorporamos más ingenieros. La última que dimos fue una muy importante con la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica y ahí participaron 300 personas de toda la región, así que eso le da una vitrina a Chile muy importante”.

El reconocimiento obtenido por Rodolfo Saragoni se dio en la jornada de clausura, en la Asamblea General de la 17º Conferencia Mundial de Ingeniería Sísmica, llevada a cabo entre el 27 de septiembre y el 2 de octubre de 2021, en Sendai, Japón. En total, alrededor de 56 países votaron la propuesta de seis nombres presentados, cada uno de ellos asociado a profesionales que han contribuido de forma importante a la ingeniería sísmica a nivel mundial. 

De esta manera, Saragoni se suma al fallecido ingeniero chileno Rodrigo Flores, quien fue incorporado hace 50 años en esta verdadera galería de la fama de la disciplina.

Y con la humildad que lo caracteriza, el profesor plantea que “aunque se ha reconocido a una persona, yo creo que es un reconocimiento al país y a la ingeniería sísmica, y cuando uno habla de la ingeniería sísmica, se refiere a todos los calculistas que hacen la pega diariamente y que logran el buen éxito y buen comportamiento con cada una de sus estructuras”.

¿Cómo se dio este nombramiento?

Es un reconocimiento al trabajo que yo he hecho con mis alumnos acá en Chile y eso fue muy reconocido internacionalmente, especialmente en Europa. Y el otro aspecto que influyó fue la 16ª Conferencia Mundial de Ingeniería Sísmica, que hicimos acá en Santiago, en enero de 2017 que hasta el día de hoy, fue la última presencial que tuvimos, por la pandemia.

Así que también influyó, se fueron con una muy buena impresión de la conferencia en Chile, vinieron tres mil profesionales de todo el mundo, de Chile solo eran 450, así que 2.500 eran de todo el mundo, y según muchos, esa fue la mejor conferencia mundial que se ha hecho en todos los tiempos.

¿Podría dar un mensaje a los ingenieros más nuevos o que están recién empezando en este momento?

Eso es importante. Lo que le quiero transmitir a la gente joven, primero que la mejor contribución que he hecho son mis alumnos, porque ellos van a seguir desarrollando la ingeniería y muchos son profesores, no solo en la Universidad de Chile, sino que en otras universidades de Chile y del extranjero. 

Esto permite ampliar la red de gente que está actualizando y desarrollando la ingeniería sísmica. Pero lo más importante es que la mayoría de los términos que yo uso, jamás los escuché cuando estudiaba en Estados Unidos, hace 50 años, palabras como teoría de placas, terremoto interplacas, las que hoy día usamos habitualmente. El desarrollo de esta disciplina es muy vertiginoso y cosas que ahora usamos cotidianamente, yo hace 50 años no escuché ni el nombre, teniendo los mejores profesores, porque estaba en evolución, algunas de las disciplinas que hoy día consideramos en forma habitual, estaban recién naciendo. 

Lo otro es el desarrollo de la ingeniería sísmica chilena, que es reconocida por su originalidad, por haber tenido una actividad persistente en 50 años, en medir los terremotos chilenos y demostrar que son distintos a lo que normalmente se usan en EE.UU. por ser una zona de subducción, y las zonas de subducción se caracterizan por tener volcanes, lo que no ocurre en California, así que nosotros no tenemos ninguna posibilidad de que nuestros terremotos se parezcan a los terremotos de California. 

Es una propiedad nuestra, así es que creo que lo único que tiene que hacer la gente joven es seguir desarrollando esta ingeniería sísmica chilena, reconocida internacionalmente, pero principalmente por su desarrollo de investigación original, no basada solo en transferencia tecnológica.

Estudiando en terreno las condiciones.

Claro, porque nosotros hacemos edificios de muro y en EE.UU. no se usan edificios de muro, nos va súper bien con esa solución y eso se conoce internacionalmente como la Chilean School, la escuela chilena de diseño sísmico.

¿Hay todavía cosas por aprender o diría que los jóvenes ya tienen el camino recorrido?

No, de los terremotos sabemos poco, imagínese que vivimos el terremoto del 27F, 8.8Mw de subducción interplaca, y es el mejor terremoto medido a nivel mundial de 8.8, que lo consideran todas las normas a nivel mundial, pero nadie lo había medido.

Entonces, todavía seguimos analizando esos datos, porque hay mucha información ahí, que va a cambiar el diseño sísmico futuro y esa es una de las etapas que le va a tocar vivir a los jóvenes, a la nueva generación.

Como somos un país tan sísmico, estamos instrumentando los edificios altos y tenemos una gran oportunidad de medir cómo responden a terremotos de gran magnitud, y nos vamos a llevar la sorpresa de que los métodos que usamos no concuerdan con lo que medimos, y la generación joven va a tener la tarea de hacer concordar la metodología que usamos, que es exitosa, con lo que medimos, lo que va a permitir hacer métodos más económicos, más seguros y diría con más resiliencia, porque la gran lección que tuvimos el 2010, es que la gente después del terremoto quiere volver a su departamento sin tener daños no estructurales, así es que lo que los ingenieros consideramos bueno, la sociedad hoy no lo acepta.

¿Habla de la masificación del diseño por desempeño?

Claro, pero el diseño por desempeño, en el nuevo concepto, es más amplio. Creo que esa es la dirección correcta, lo que se está haciendo, pero la gente quiere el desempeño de los elementos no estructurales y de los contenidos también, o sea, la gente no quiere que el computador se le caiga del escritorio.

En cambio, el nivel de desempeño que estamos usando ahora, se refiere solamente a la estructura de hormigón armado. La sociedad quiere más y la Cámara Chilena de la Construcción también quiere más, no quiere daño no estructural, pagamos 1.200 millones de dólares en daños no estructurales, principalmente el año 2010, y la sociedad tampoco quiere estar seis meses en un hotel, porque estaba dañado su edificio. 

Así que ese es el gran desafío, pero afortunadamente AICE y todos sus socios están en esa línea, sabemos que se puede, que hay espacio para llegar a eso y, de hecho, se publicó recientemente un paper en una revista internacional, de mucha cobertura en EE.UU., diciendo que Chile está en esa línea, que está bastante más estricto de lo que se hace en EE.UU.

¿Chile debería avanzar más en instrumentación?

Una de las grandes contribuciones que creo logré hacer durante mi estadía en la Universidad de Chile es mantener la red de acelerógrafos, por casi 50 años y muchos de los instrumentos que se usaron para medir el terremoto del 27F son instrumentos que yo compré con algunos proyectos que tuve, por eso se logró, por ejemplo, medir el terremoto de Concepción, en el epicentro de 2010, donde a 2 km se cayó el edificio Alto Río, entonces sabemos cómo fue el movimiento que produjo ese colapso y sabemos que ese movimiento es más complejo de lo que lo considerábamos antes, así que es muy importante eso.

A raíz de 27F el país se instrumentó fuertemente, tiene casi 500 acelerógrafos, el terremoto del 27F lo medimos con 35 acelerógrafos, ahora tenemos instrumentos de Arica a Puerto Montt y se instalaron instrumentos en la Antártica para medir los temblores, en el verano de este año, así que tenemos una gran cobertura, no tenemos una red tan densa como la de Japón, que tiene casi 2.000 acelerógrafos, pero Japón no es del largo de Chile, entonces, en ese sentido, no tenemos tanta densidad, pero contamos con una red muy densa.

Pero esa red no mide la respuesta de los edificios, y eso es lo que ha estado haciendo ahora la Universidad de Chile, tiene cinco edificios instrumentados y está en un programa muy fuerte de instrumentar edificios, aprovechando esta alta sismicidad del país y que cada 10 años ocurre un terremoto grande. Esto nos permite tener estructuras resilientes más económicas, porque si medimos qué le pasó en todos los pisos a un edificio durante un terremoto, podemos saber qué pasó con el contenido, si se cayeron las cosas, si va a haber daño en los elementos no estructurales.

Y creemos que esa etapa es el desafío nuevo, que va a permitir que nosotros con diseño, igualmente económico, porque nuestros diseños son muy resilientes, pero a valores más bajos que lo que se logra en Estados Unidos, en protección sísmica; sin embargo el costo de la protección sísmica en Chile, comparado en el grupo G20, es el doble de cualquier otro país de ese grupo, o sea tenemos casi 1,3 puntos del PIB, y eso tenemos que bajarlo, porque los grupos de G20 generalmente andan en 0,40 % del PIB, así que otra tarea que tenemos en el futuro es lograr la misma seguridad sísmica, pero a un costo que debiera ser la mitad de lo que estamos pagando hoy, 1,3 % del PIB es mucha plata, pensando que en las últimas décadas hemos estado creciendo al 2%.

¿Y eso cómo se logra, profesor?

Bueno, tenemos que mejorar los diseños, y creo que hay espacio para hacerlo y eso diría que es el gran desafío que tiene la ingeniería sísmica estructural, porque gran parte de ese 1,3 % del PIB, es debido a los sismos, y tenemos que bajarlo al 0,6 %. Para eso necesitamos mejorar los métodos pues a nivel global no tenemos buenas cifras, sin embargo, somos muy exitosos, reconocidos mundialmente, tenemos buena performance de los edificios, pero como parte del costo global, el impuesto del terremoto es muy alto en Chile.

Otro aspecto destacado de su trayectoria es la colaboración.

Bueno, la ingeniería sísmica es una actividad multidisciplinaria per sé, colaboran la sismología, la geología, la geotecnia, la ingeniería estructural, así es que siempre es colaborativa y en Chile en la Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Sísmica, se reconoce que participan todas las disciplinas y yo creo que en ello se basa el éxito de la ingeniería sísmica en Chile. 

Y eso hace que a través de la AICE, que difunde mucho la práctica de Chile que es reconocida internacionalmente en el diseño sísmico estructural, tratamos que los socios tengan la oportunidad de exportar este conocimiento especialmente a los países de la región. Tanto AICE como Achisina, a través de sus presidentes Ian Watt y Jorge Carvallo, están preocupados de exportar la ingeniería chilena y de promover el uso del diseño basado en desempeño.

La AICE nos permite hacer esta difusión regional, porque si no contáramos con la colaboración de la AICE el proyecto del Código Modelo para América Latina y El Caribe, no lograría el éxito que ha tenido en los últimos cuatro años. Para mí es un éxito que participen 15 países activamente, entendiendo la importancia de lo que se está haciendo y con el apoyo que hemos tenido tanto del Ministerio de Vivienda, por el financiamiento, y del Instituto de la Construcción.