06 Dic 2024 Rodrigo Astroza: “Es fundamental fortalecer el vínculo entre academia e industria”
Como Ingeniero del Año 2024, este ingeniero civil de la Universidad de Chile refleja a los profesionales dedicados a la academia y la labor práctica, como algunos de sus mentores se lo transmitieron. Además de agradecer a su familia, amigos y profesores, destaca que la ingeniería estructural es más que cálculos y diseño; es contribuir a un mundo más seguro, resiliente y sostenible.
Un excompañero y un exprofesor fueron los encargados de elogiar ampliamente a Rodrigo Astroza Eulufí, ingeniero civil estructural y magíster en Ingeniería Sísmica de la Universidad de Chile y Ph.D. de la Universidad de California, San Diego. De esta manera, Jorge Tobar y Rodolfo Saragoni se refirieron con cariño a quien fue reconocido por AICE como el Ingeniero del Año 2024.
Hasta el momento, Astroza es el ingeniero más joven en ganar este reconocimiento entregado por los pares. Y es que hasta el momento lleva una prolífica carrera, combinando la práctica profesional con la academia, siendo actualmente Profesor Titular y Vicedecano Académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes y socio de la empresa AMU Ingenieros.
Y 2024 parece ser el año de la consolidación para este ingeniero formado en la Casa de Bello, ya que también entró en el ‘Top 2% scientists ranking’, de académicos más citados en el mundo, en un listado elaborado por la U. de Stanford y la empresa Elsevier, que registra las publicaciones especializadas en distintas áreas.
Conversamos con Rodrigo Astroza luego de recibir su galardón en presencia de su esposa y padres, y nos comentó sentir una “tremenda alegría y mucha satisfacción. Al ser un premio otorgado por colegas, no solo representa un reconocimiento a mi trabajo, sino también un recordatorio sobre la importancia de la colaboración, el trabajo en equipo y buscar apoyar y aportar a nuestra profesión, a los ingenieros estructurales y a la AICE. Me siento muy honrado y agradecido de quienes me postularon y eligieron Ingeniero de Año”.
Por supuesto, con su reconocida humildad no puede dejar fuera a otros de estos logros: “quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a quienes han sido parte de mi camino profesional: mis mentores, colegas, estudiantes y, por supuesto, mi familia, quienes siempre han sido un apoyo fundamental. Este premio es un reconocimiento colectivo, porque detrás de cada logro siempre hay un equipo y una red de personas que inspiran, apoyan y motivan”.
Usted está dentro de los ingenieros más jóvenes que ha recibido este premio, ¿tiene algún significado especial para usted?
Es un honor enorme saber que estoy entre los ingenieros más jóvenes en recibir este premio. Para mí, esto tiene un significado especial porque refleja cómo las contribuciones al campo de la ingeniería estructural pueden ser reconocidas sin importar la edad, siempre que se trabaje con dedicación, rigor y pasión. Además, lo interpreto como un mensaje alentador para las generaciones más jóvenes: nuestro aporte y compromiso con la profesión son fundamentales desde el primer momento de nuestra carrera. Este reconocimiento me inspira a seguir trabajando con el mismo entusiasmo, aportando al gremio de los ingenieros estructurales y a apoyar a las nuevas generaciones que recién comienzan su carrera profesional.
Formar parte del listado de Ingenieros del Año de la AICE en esta etapa de mi carrera profesional es un gran honor, especialmente considerando a los destacados ingenieros que lo han recibido en años anteriores, varios de ellos profesores míos durante mis estudios en la Universidad de Chile, y de quienes he aprendido y admiro mucho, como Rodolfo Saragoni, Mauricio Sarrazín, Tomás Guendelman, Fernando Yañez y René Lagos (Q.E.P.D.), y de los cuales estoy muy agradecido por su disposición a compartir su conocimiento y experiencia.
Además, está dentro de los premiados que destacan, tanto por su rol académico como por su rol técnico en la empresa privada, ¿cómo se pueden conjugar estos dos mundos?
Conjugar el rol académico y el técnico en la empresa privada ha sido, sin duda, un desafío enriquecedor durante mi carrera profesional. Ambos mundos se complementan de manera extraordinaria: la academia me permite explorar, investigar, generar nuevos conocimientos y compartirlos, mientras que la práctica profesional en la empresa privada me ofrece la oportunidad de aplicar esos conocimientos a problemas reales y contribuir al desarrollo de proyectos concretos. Creo firmemente que la clave está en la retroalimentación constante: lo que aprendo en la academia puede innovar en el ámbito práctico, y las experiencias en el ejercicio profesional enriquecen mi enseñanza y mi investigación. Este equilibrio, aunque demandante, es una fuente constante de crecimiento y aprendizaje, y me motiva a buscar soluciones que no solo sean técnicamente sólidas, sino también innovadoras y aplicables.
Academia y práctica
Dentro de sus diseños, ¿qué es lo más destacado?
Es difícil elegir un proyecto en particular, ya que el desafío y la complejidad que uno enfrenta en cada estructura dependen de los años de experiencia y los proyectos previos que uno ha tenido que enfrentar. En ese sentido, creo que me gustaría mencionar tres proyectos que he desarrollado en distintas etapas de mi carrera. Durante mis primeros años de práctica profesional, trabajé en proyectos de edificación y poco después de terminar la universidad tuve que diseñar un edificio habitacional de 20 pisos, el cual fue un desafío importante en ese momento. Yo creo que para todo ingeniero estructural ver el buen comportamiento de sus diseños para el terremoto del 27F fue algo muy relevante. Sin duda que cuando un terremoto pone a prueba nuestros proyectos es algo que todo ingeniero estructural recuerda.
Después de trabajar poco más de dos años en el rubro de los edificios, me moví a las estructuras y proyectos industriales. En esta área, un primer proyecto que me gustaría mencionar es la revisión sísmica de la correa transportadora del sistema de transporte principal (correa pila mina) de Chuquicamata subterránea, el cual desarrollé junto a don Rodolfo Saragoni. Fue un proyecto desafiante y con plazos muy acotados.
Finalmente, hace poco tiempo en la oficina desarrollamos junto a Miguel Medalla y Cristián Urzúa, un proyecto tremendamente interesante, en el cual evaluamos el riesgo de falla de un cargador de barcos de una empresa minera. Fue un proyecto muy entretenido, desafiante y completo, ya que realizamos el estudio de amenaza sísmica, selección de registros sísmicos, definición de demandas de diseño, modelamiento avanzado, análisis tiempo-historia, determinación de curvas de fragilidad y finalmente evaluación del riesgo de falla de los distintos componentes del sistema, tanto frente a solicitaciones sísmicas como aquellas producidas por tsunami. En paralelo, la empresa RFA, especialista en diseño de infraestructura portuaria y coordinador general del proyecto, realizó una verificación con un enfoque convencional, el cual fue muy útil para contrastar nuestros resultados, por lo cual además fue un proyecto colaborativo y muy bien coordinado.
Asimismo, este año ingresó en el «Top 2% scientists ranking», ¿cómo se alcanza este reconocimiento?
Ingresar al ‘Top 2% Scientist Ranking’ es un reconocimiento que valoro profundamente, ya que refleja el impacto y la relevancia de mi trabajo en el ámbito académico, en particular, de mi investigación científica y aplicada que divulgo a través de publicaciones. Este ranking mide el impacto de las publicaciones que uno genera a partir de la investigación, y estar en este grupo implica que existen muchos científicos a nivel mundial que siguen y utilizan los resultados que hemos generado y publicado en revistas y conferencias. Este logro no se alcanza de la noche a la mañana y es el resultado de años de investigación, publicaciones en revistas de alto impacto, colaboración con colegas a nivel nacional e internacional, trabajo en conjunto con alumnos de pre y postgrado y un compromiso constante con la calidad y la innovación. También es un reconocimiento a la investigación que realizamos en Chile en el ámbito de la ingeniería estructural y sísmica, cuya reputación y prestigio debemos cuidar y mantener.
El camino de la ingeniería chilena
Desde su visión de conjugar academia e industria, ¿hacia dónde cree que debe ir la ingeniería estructural chilena en la actualidad?
Desde mi perspectiva, la ingeniería estructural chilena debe avanzar hacia un enfoque integrado que combine innovación, sostenibilidad y resiliencia. Vivimos en un país altamente sísmico, lo que nos exige liderar en el desarrollo de soluciones estructurales que no solo sean seguras, sino también eficientes y sostenibles. Esto implica una mayor incorporación de tecnologías y enfoques modernos de diseño y análisis que entreguen información útil y directa a los tomadores de decisiones, como: diseño basado en desempeño, análisis de riesgo, monitoreo estructural, modelaciones computacionales más avanzadas (cuando son requeridas y agregan valor) y el uso de materiales de bajo impacto ambiental.
Además, creo que es fundamental fortalecer el vínculo entre academia e industria. La investigación debe estar cada vez más orientada a resolver problemas prácticos y aportar a la realidad nacional, mientras que el sector técnico debe fomentar la capacitación continua y abrir espacios para implementar soluciones innovadoras.
Finalmente, debemos mirar más allá de nuestras fronteras, compartir nuestras experiencias y conocimientos y aprender de otros países, pero siempre adaptando las lecciones a las particularidades de nuestra cultura y territorio. Así, la ingeniería estructural chilena puede seguir destacándose como un referente global.
¿Qué mensaje podría compartir con los jóvenes actuales que están pensando en seguir la especialidad?
Mi principal mensaje para los jóvenes que están considerando especializarse en ingeniería estructural es que esta disciplina, aunque desafiante, es increíblemente gratificante. Como ingenieros estructurales, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de diseñar estructuras que protegen vidas y construyen el presente y el futuro de nuestras comunidades.
Los invito a soñar en grande, a disfrutar el aprendizaje continuo y a no temer a los desafíos, porque cada uno de ellos es una oportunidad para crecer y marcar una diferencia más adelante. Es fundamental combinar una base técnica sólida con curiosidad, creatividad y pasión por la innovación y el conocimiento. También les recomendaría buscar buenos mentores, involucrarse en proyectos que los apasionen y nunca perder de vista el impacto, la relevancia y la responsabilidad de su trabajo. La ingeniería estructural es más que cálculos y diseño; es contribuir a un mundo más seguro, resiliente y sostenible.
¿Y qué mensaje tiene para la comunidad de AICE?
Quisiera destacar la importancia de seguir fortaleciendo nuestra comunidad de ingenieros estructurales. Tenemos un potencial enorme para liderar en innovación, investigación y práctica profesional más allá de nuestras fronteras y para lograrlo es fundamental trabajar en conjunto y de forma colaborativa.